miércoles, 30 de noviembre de 2011

Limitación musical

En finales de semestre, finales de años e inicio del jolgorio renacen las inspiraciones. En el momento que tuve alguien haciéndome compañía, no me inspiré. Tal vez, por la pocas o nada ganas, o quizas no me despertaba el placer. No buscaré culpables, ni encontraré lagunas.

Me escondo en los sonidos árabes, imaginando grandes espadas y las víboras danzando entre las pieles de algunas, sólo para no escuchar las conservaciones ajenas. De vídeojuegos, por cierto.

Recordando aquellos días de soledad acompañada, pienso en los momentos de limitación. Limitación que hoy vuelvo a experimentar, por placer. Por joder. Placer, que está destinado ha vivirse. ¿Está permitido vivirse un placer limitado? Supongo que en el camino sepulcrar encontraré un atajo ilimitado. Nunca muevo fichas. Ellas se mueven solas, igual que la serpiente en el vientre de la gitana. No sé si los árabes son gitanos, pero, sino quiero saberlo.

Una música un tanto acelerada, me incita a descubrir una cultura vacía, únicamente por ese pavor inducido. Inducidas son muchas las sensaciones. Sensaciones ricas. Ricas cono el olor de un buen café. Un buen café es lo que necesito en ese momento. Momento, un solo momento es necesario para pensar. Pensar en algo  perfecto. Perfecta es la melodía que azota cada uno de mis sentidos, y digo mis sentidos porque no conozco los tuyos.

Tuyos pero con la quebrantada certeza que son mios. Mios por que quiero. Todo lo que yo quiera, aun sea lo ajeno lo determino yo. Determino que esta última canción es de nosotros.

Nos(otros).

martes, 29 de noviembre de 2011

Común

Mientras le gano una batalla más al sueño, y me dedico a combatir amores al azar, pienso en la posibilidad de experimentar algo muy común. Tan común como el color moreno en Loíza, tan común como el comején, y tan común cono los adornos rojizos de estas festivas épocas.

Pero poco usual en una mujer como yo. Tal vez, esa sea la clave, que no todas las mujeres son como yo; y por eso están común. No me atrevo por que quiero conocer eso, pero al extremo, con una implicación, algo más carnal, ¿me entiendes? Tan carnal como ese último muslo de pavo que mamá se comió hoy.

Dudo aceptar, no sé si esta bien o no, pero la tentación y el gusto es tanto, que aceptaría aún sabiendo lo que puede pasar y lo que se puede evitar. No es cobardía, ni rebeldía. Sólo es algo y con el sueño he perdido el hilo principal, ciertamente la goma del lápiz esté en proceso de caducación. Sé que no tiene nada que ver.

No queda mucho que decir porque lo poco se perdió. Aun así, entre diente y garganta, entre personal y alma, queda algo. Una ilusión, una inquietud, una pregunta, un comentario, un beso o una burla barata. Ese algo, no lo sé. Sin duda el beso está buscando plasmarse en otros labios sedientos que carecen de personalidad y no de nombre y apellido.

Desconozco el fin. Y me disfruto el medio.

No quiero ni lo uno ni lo otro pero hay necesidades.

Necesidad de una razón para negarme, bueno... otra más.