lunes, 15 de febrero de 2010

Tren


Montada en tu camino, recorriendo tus senderos, dejando atrás mis miedos, conociendo tus entrañas, viviendo tu presente, disfrutando de tu ausencia... es el resultado del pasaje que pagué.

A la deriva, como un barco sin rumbo fijo. Navegando en la nave del olvido, en un vuelo que no pensé a la hora de tomar pero del cual disfruto la estadía. No se si saltar, gritar o llorar, pero algo tengo que hacer. No puedes seguir jugando al gato y al ratón, no puedes terminar de convertirme en una porquería. Soy una plastilina, que tu manejas a tu antojo. ¿Sólo una mierda que depositas cuando tienes la necesidad?

Voy de estación en estación tratando de recordar dónde habré depositado mi esencia , mi personalidad, en qué momento de esta travesía se me salió de las manos. En cada parada que hago, en cada obra, en cada canción, en cada persona, en cada libro, en cada pintura, en cada hoja, escalera, profesión y olor; no hace mas que dos cosas presentarme tu imágenes como complemento directo circunstancial y recordarme cuál es la misión del abordaje: olvidarte y encontrarme.

¿Complemento directo circunstancial? (hay Porras, todavía lo recuerdo...) complemento...tú. directo...sí, directito al corazón es que fuiste a caer (vaya habilidad) circunstancial aquí es que esta el problema... el problema es de la circunstancia, de la estancia, de las ansias, de las fragancias, de las precarias... ahí esta la clave, en las precarias condiciones de mi corazoncito, convertido en pasa...

Me quedan dos paradas para llegar a la última, me cambie de vagón para concentrarme y lo logré, ya saqué el mapa y sequé las gotas que salieron de mis ojos y acariciaron mis mejillas (¡Qué ternura!). Solo una, estoy en la recta final, a pesar de todo descubrí algo... la importancia del amor al espíritu y el largo y cansado camino que suele ser montarse en el TREN de los momentos...

... en el TREN.