En otro encuentro menos casual que el anterior, un poco más sistemático. Algo planeado pero con el mismo o más sentimiento; hablamos.
Esta vez entre relajo y relajo hizo acto de presencia la nostalgia. Recordó su “negrita”. La trajo en presencia cuando mencionó que: “había sido el único amor de su vida”. La que le regaló lo más grande, su hijo.
Su sonrisa se nubló, mientras sus ojos cambiaron de brillo. Cada palabra que pronunció estaba invadida de melancolía. Tanto así que sufrí al momento.
Ella, otra víctima del cáncer de mama. Me contó de sus años como vendedor de automóviles (fueron 15), de su vida familiar, su hijo, su mujer, sus amoríos…
… “Ninguna como esa negrita”.
“Esa negrita me tenía loco” subrayó. Justo ahí, una agrupación de agua inundaba sus ojos.
Su vida matrimonial fue una normal. De la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Siempre le tocaba recoger a su retoño en la escuela.
Antes de toda esta conversación, me visitó al trabajo. Me observó, me “setió”, me habló, me distrajo y me atrasó. Al irme chocamos. Como de costumbre, reímos, pensamos, recordamos y tripeamos. Esta vez a mi compañera de trabajo, pero ojo, él empezó.
Cada encuentro es más ameno. Me pompea a escribir, me llena la musa, tanto así que se ha convertido en uno de mis protagonistas favoritos. Es bien lindo nadar entre lágrimas, sonrisas y su negrita.
♪Estoy tan enamorado de mi negra Tomasa, que cuando se va de casa, triste me pongo ♪
ResponderEliminarJajajaja.. algo así, me encanta que seas tan músical. Que chulo que tengas una bonita melodía.
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