martes, 31 de agosto de 2010

La furia de Earl

Éste como muchos de los fenómenos naturales tienen la habilidad de atormentar un pueblo psicológicamente.

La furia de Earl fue tanta que mandó al secretario de DACO, Luis G. Rivera Marín, a Las Catalinas Mall en Caguas, para ver si los precios estaban congelados.

La furia fue tanta que mami me mandó al supermercado y la gente estaba despavorida. Sonó un trueno y gritaron como guineas en gallinero.

La furia fue tanta que el prócer que tenemos como gobernador mandó a todos los empleados públicos, escuelas, colegiales y demás, al mismo tiempo para sus casas, y se formó un tapón descomunal. Nunca entendí tal acción. Me gustaría decir que fue muy heroico de su parte, pero no entendí. Lamentablemente.

La furia fue tanta que fui abandonada toda una noche. La pasé sola. Al despertar extrañé más de Earl.

La verdad no quería ningún huracán. Mira si somo seres egoístas, que deseamos un huracán simplemente para no ir a la universidad, no ir al trabajo, dormir, jugar barajas, beber cervezas y comer salchichas. Y las familias menos preparadas, ¿quién piensa en ellas? ¿La furia?

Sin duda alguna tengo la fe que para el próximo "huracán" , "aguaje natural" le pongan un nombre menos anglosajón. Earl no me sale.

De hecho, fue tanta la furia de Ada Monzón hasta Susan Soltero que de Earl sólo vimos el nombre.







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