Eran las de 3:50 p.m. y mis dos amigos, estaban en una sala tensa, de luces opacas que palpitan al compás de los segundos del reloj, rodeado de bancos negros escritos por todos lados (como suelen hacer las personas cuando las conoces no le pertenecen) aquel lugar, era así.
Él, un hombre de voz gruesa y quebrantada, la misma que me inspiraba tristeza por la magnitud de su enfermedad. Su cabello blanco como la nieve, vestido con una chaqueta y pantalón gris, con los ojos caídos y ojeras abundantes que reflejas su vejez que caminaba entre el ver y el no ver de su vista fallida. En medio de tantas maromas hacia todo lo posible por defender a su cliente, quién se mantuvo todo el juicio cabizbajo.
Ya son las 4:00p.m., han pasado diez minutos, los pasos, los murmullos, los comentarios y el ruido del reloj sacan a muchos de concentración.
‘¿Dónde usted estudió?’ - dijo el abogado defensor.
“Estudie aquí y posteriormente culminé mis estudios en la Universidad de New Orleans.” - respondió el Mario Marín López, quién fue el fiscal inicial de caso.
El abogado defensor no tenía más estrategia que seguir insistiendo sobre preguntas absurdas que lo hunden más y más.
Mi otro amigo, el fiscal, se caracterizaba por ser un hombre fiel a su ideal, recto, disciplinado, perseguido por palabras que requerían estudios, con su corbata roja y papeles a la mano, daba demostración de lo que ha sido unas de sus mejores interpretaciones.
‘Me opongo señor Juez, aquí queremos saber que paso ese día, no los antecedentes universitarios del compañero’ – exclamó.
“Valla al grano, señor abogado’ –respondió rápidamente el juez.
Se pide tiempo. Cinco minutos para refrescar ideas. Son las 4:09p.m. La vista se vio interrumpida por parte del abogado defensor.
El abogado esta perdido ya no sabe qué hacer, camina de un lado para otro, su tal interpretación lo hace figurar como una marioneta dentro de un circo de puros buenos artistas.
Fueron los cinco minutos que más largos se me han hecho, vuelvo a caer en lo mismo, los murmullos, los pasos de tacones, los gestos, miradas y el abrir y el cerrar de la puerta dan por finalizados aquellos cinco minutos, ya eran las 4:17p.m.
Vuelve mi amigo, el abogadito, hacer el ridículo, entre preguntas que no tiene la más mínima importancia. Solo nos cuesta entretenernos un rato, pasarla bien y ver como lo pisotean todas sus preguntas que tenían respuestas muy buenas.
Más tarde, a las 4:45p.m. PUM! Un golpe interesante (al menos todos creímos eso), aumenta el tono de voz del abogado para darle giro supuestamente sorprendente para que al final el juez diera por terminada la vista.
“Van hacer las 5:00p.m., vamos a dar por terminada la sección de hoy. Continuáremos el 1ro de octubre.”– concluyó el juez.
Ya afuera los familiares desinformados al fin, celebran por el juicio que fue todo un “éxito”.
“Viste como el abogado le sacó hasta donde estudio”. – dijo en alta voz un hombre, que desfilaba como familiar del acusado.
Es tanta la ignorancia y el desconocimiento de las personas que aún sabiendo que están mal, viven en un error… y como lo celebran.
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