Ya se terminó la huelga y empezaron para terminar el semestre.
Recordando el proceso huelgario, cuando me invitaron a participar de una sección en Radio Huelga acepté sin titubeos. Horas antes de llegar al destino final la persona que me hizo el acercamiento me envió un mensaje que leía: “Sabrás que hay una mega manifestación en presidencia, cerraron los portones con cadenas y emplazaron a más de la mitad de los del Comité Nacional Negociador”
“Anda pal’ carajo, la cosa está buena entonces”. Así reaccioné.
La entrada fue trabajo para mi gusto sagradeño, “quítate el bulto y brinca, de alguna forma tienes que entrar”. Dicho y hecho. Entré y seguido brinqué de alegría, “estoy en terreno del enemigo de la LAI, yeahhhh”.
Luego de las presentaciones cordiales, un tour por los senderos universitarios. Visité huertos, la piscina de Sociales, merenderos, salones refugios y áreas adyacentes. Radio Huelga.
Entre tanto, en Radio Huelga las llamadas y noticias no se hicieron esperar. Se expandió el rumor (luego confirmado) que había llegado Fuerza de Choque. Alrededor de 20 patrullas arribaron los predios universitarios.
En una conversación de fondo, una joven le comentó a su madre si se enteró “de lo que estaba pasando”. Acompañados de un “sí, mami tendré cuidado”. Sentimientos encontraros y demás fueron algunas de las emociones que me tocó vivir.
Los ánimos estaban caldeados, el ambiente tenso y la sangre en high. Mi corazón estaba a punto de estallar, gracias al nerviosismo pendejo y la vena de la revolución. Entre corre y corre, cambios de zapatos, murmullos, colillas de cigarro, linternas, mosquitos y falta de agua se producía todo un escenario teatral. Los personajes, estudiantes humanos y reales, entraban y salían de set constantemente, sin importar las reglas del director de escena.
En las afueras, cerca del patio de Sociales sobresalían las casetas de campañas, los baños improvisados, mangueras, sillas de playas, hamacas, bicicletas, almohadas, padrinos, perros y el Toyota Corolla rojo.
Dentro de su falta de comida y agua, la solidaridad y el sentimiento compartir estuvo en primer plano. La humildad, la hermandad, la unión, la fidelidad, el compañerismo, y el motivo principal de la lucha ocuparon cada rincón de la Universidad de Puerto Rico. Imposible olvidar.
El orden colectivo en conjunto a la organización convirtió el campus, sin duda alguna en un hotel cinco estrellas. Todas las bolsas de basura en un área designada, afiches con reglas a seguir, carteles que recordaban la misión de la huelga y reiteraban tu labor como participante del proceso.
Conocí fupistas. Los temidos, “los malos”, los locos, los alborotosos, los terroristas… para mi, grandes pensadores urbanos.
Ser la única fémina en un panel de discusión de sólo hombres, socialistas de grandes mentes, fue todo un honor y un reto de paso. Dar un toque diferente, por lo siguiente, ser de una institución privada, ser mujer y periodista, aportó un giro interesante en la propuesta radial. Tanto así que fui invitada por segunda ocasión.
Ya en mi segunda visita, un sábado soleado. Básicamente fue la misma experiencia, pero está vez más tranquila. No hubo choques policiacos, ni atentados contra la paz universitaria. Recuerdo que ya, para esta ocasión entre sola al recinto, como si fuese mi casa.
Radio Huelga me recibió con una canasta de profilácticos. Para eso de la protección sexual.
Según mi sagrada institución lograr que el estudiantado pueda “vivir una experiencia universitaria única” es una de sus prioridades. Con todo el corazón que le tengo a Sagrado puedo decir que viví una experiencia universitaria única, pero fueras de los perímetros sagradeños.
La UPR dentro de su proceso huelgario me enseñó a vivir una experiencia universitaria única, sin duda alguna. Se terminó la huelga y mi corazón sigue en la Universidad de Puerto Rico en pie de lucha.
¡Un delfín con las agallas del gallito rojo!
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