sábado, 3 de julio de 2010

Conversaciones ajenas



Mami siempre me dijo que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación. “Eso no se hace”.

En ocasiones, las conversaciones llegan sin ser llamadas. Lo que quiere decir que escuchamos aunque no queramos. Y no me digan ustedes que nunca le ha pasado.

Recientemente escuché dos conversaciones bien interesantes. En la primera, hice “buche” y no me reí por la gravedad (intensidad) del asunto. Era un hombre dándole una “cotorra, heavy” a una muchacha, le decía algo como:

“Yo quiero enseñarte a ti a ser independiente, ha querer superarte. Cuando yo sea viejo, mira, yo estaré sentao’ pa’ tras viendo to’ mis negocios subir… Jajajaja”.

A juzgar por la facha, no tenía cara de guerrero. Pero como los guerreros no tienen cara; el beneficio de la duda de doy. Sin duda alguna, el hombre es un Romeo de la vida, le estaba calentando el oído a la mujer con palabras domingueras, asociado con intenciones diáfanas. ¡Es que lo tenían que escuchar!

Cuando los hombres se juntan hablan de videojuegos, películas, carros, mujeres y…

Hay temas que se hablan en la tranquilidad del hogar, ejemplo productos para aumentar la potencia sexual. Una persona hoy grito a to’gendel.

“Tengo que ir pa’ Santo Domingo a busca ‘La Pela’”.

Mi reacción inmediata, fue reírmele en la cara sin miedos a represarías. Pero a quién se le ocurre vociferar en plena luz del día que necesita un estimulante sexual. Eso es posible. ¿Se puede concebir?

Y después se atrevió a decirme “charlatana”. Charlatán es él. Promiscuo.

Esas son las cosas a las que uno se arriesga cuando sin querer escucha: conversaciones ajenas.

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