jueves, 27 de enero de 2011

Sin destino: en busca de un hogar

Hace poco leí una carta virtual de una persona que no conozco, pero que con la distancia de por medio se ganó mi respeto. Hasta el punto de “imitarla”. Hoy como ella escribo una carta de desahogo. No tiene destinatario pero sí remitente. Los que conocen saben que no hayo mejor forma de expresión que me abarque tanto como escribir. Hoy pasaré por alto la careta de periodista que siempre me acompaña. Volveré a mis raíces: el sentimiento. Cuando me inicié como escritora de pacotilla, y mala aficionada, lo hice sin pensar en la retroalimentación que eso me podía traer, las buenas y malas críticas que podía recibir. Simplemente, me desahogué y viví. No viví sola, por sorpresa una buena cantidad de amistades también sintieron esa misma experiencia; que al igual que yo no sabían cómo expresar.


En aquel tiempo escribía para un amor clandestino, para un sentimiento que nacía pero que poco a poco se destinaba a fracasar… a caducar. Llegó un momento de mi vida en el que dejé de escribir para mí y me olvide de dejarme sentir, de vivir, de sacar el “dulce veneno”, de amarme… de plasmarme. Pero como todo, hoy regreso a la vida. Nunca por mi mente ha pasado la posibilidad de parecerme a Guillén ni mucho menos a Neruda, sin embargo aseguro que tenemos algo en común: la intensidad de amar. De amar al amor, de amar a la vida. Ellos fueron grandes poetas, yo simplemente una estudiante de periodismo; con hambre de mundo y sed de amor.


Al definirme como persona me gusta ser meticulosa no me gusta entrar en egocentrismos. Soy una mujer fuerte, luchadora, inteligente, que se entrega. No me gusta la hipocresía, ni las mentiras. No sé cómo decir las cosas, no tengo tacto. Soy media objetiva, siempre clara, muy sincera. No tolero la gente metiche, bochinchera, envidiosa, soberbia, codiciosa. No hay pecado capital que me defina, quiero ser tan perfeccionista que me cuesta trabajo conocer la perfección. Me encanta amar, pero no logro que me amen como deseo. Soy intensa, una romántica empedernida, algo coqueta, juguetona… jaquetona. Malcriada, dedicada, buena amiga. Expresiva y celosa. Tengo mal carácter cuando quiero.


No olvido con facilidad, aunque confieso que dejé de ser rencorosa. Soy un ser imperfecto, con más defectos que virtudes. Suelo ser sentimental en la oscuridad, a solas. No demuestro sentimiento de tristeza pero se me sale por los poros cuando me siento así. Siempre sonrió. Amo mi vida, creo que sentí amor una vez en mi vida por una persona. Tengo los mejores amigos del mundo. Dios me regaló las mejores mujeres del mundo, mis amigas… las adoro. Mi vida no sería la misma sin ellas. Más que mis amigas son mis hermanas, mis cómplices… ellas sabes quienes son. . A mis amigas les digo que sean mujeres de bien, no se dejen joder la vida por nadie.


Entre mis gustos se pasean: comer hielo, cantar en voz alta, apreciar la belleza, leer, hablar, mirar, escuchar, textear, el mantecado, el bizcocho, el agua, besar, abrazar, sentir el calor de un hombre, las fotos, el arroz blanco y el pollo guisado. Amo la originalidad, soy auténtica, única, exótica, exquisita. Amo la literatura y lo que representa. La poesía fluye como agua en un río. Soy intensa, confieso ser mala para seducir. Amo el violeta, el arcoíris y lo que representa.

Hoy siento la necesidad de querer a alguien y cuando al fin creo que lo encuentro, nos parecemos tanto que creamos fricción. Somos como un hiato, dos fuertes. Me encanta que seamos parecidos, pero odio que me reten. Me gustaba que me desafiaras, que me alabaras, que me dejaras caer, que me tomaras en consideración, las migajas de cariño, que te preocuparas por mi aunque vivías para ti. Me gustaba que te dejaras sentir, que tomaras la iniciativa…sobre todo tu olor, tu perfume. Me gusta el sentido común que tienes, el amor de hacia tu madre –eso me dijo mucho de ti-. No funcionará, no funcionó pero llegamos hasta aquí, vivos y separados. Siempre es mejor preservar un gran amigo que ganar un mal amor. Esto no tiene destinatario, es una carta abierta, una especie de convocatoria. No te tienes que identificar, pero quiero que entiendas que es para ti, no quieres nada pero lo quieres todo. Voy a ti…confío. Esto no es para ti, es para mí, para mi persona.


Ya casi la termino y sigue siendo una carta sin destinatario… todavía continua en la busca de un hogar.

Momento

Son las 12:27 de la mañana y mis latidos aún te pertenecen. Cada mirada tuya me hace perderme en mi propio mundo. Mundo que se derrumba cuando abandonas nuestra intimidad. Intimidad en la que nos unimos para crear un solo espacio. Espacio que se hace diminuto para la intensidad del momento. Momento que se resume en nosotros. Nosotros, somos el momento.


Cada gota de sudor que resbala sobre tu pecho delinea el borde de mis sueños. Sueños que se danzan en el vaivén de tus entrañas. Entrañas que logran las miradas maliciosas que te regalo. Tú… el regalo.


Realiza encima un acto simbólico que defina la humanidad.

Cobíjame tiernamente en tus brazos.

Introdúcete.

Acaricia mis sentidos.

Desnuda mi alma.

Ensaya sobre mi piel.

Arrópate de sudor.

Enciende la hoguera.

Quema el momento.